sábado, 6 de septiembre de 2008

A Eleonor

Tiempos extraños por los que deambulo,
noches de insomnio oteando el cuarteado cielo
con la sangre seca entre los dedos y el maldito desgano.
Sobre la mesa: lances de feria, mujeres y viajes sin rumbo fijo.

Pienso en sus ojos llenos de amor e inocencia,
en las confidentes estrellas y la luna.
Hace frío.
Cierro los ojos por un momento y veo su rostro.

Inclino la cabeza con cortesía y escribo sobre un trozo de papel:
"La noche era sucedida por el día. Ella esperaba con ansias los primeros rayos de sol, sonriente, siempre sonriente, con esa fragilidad que la hacía aún más bella"

Me duele la tristeza de su mirada.
Quizás sea tiempo.

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