Llenaré de pétalos de flores tus bolsillos
que te recuerden que hoy no vas conmigo
para que te canten con aromas las canciones
que por la noche les susurré al oído
Te dejaré un te quiero escrito dentro de tu libro
que te dibuje una sonrisa cuando lo veas
para que sepas que morí cuando no estuviste a mi lado
y recuerdes que siempre pensé en ti más de lo debido
Esperaré por ti sobre la almohada
convertido en charco de lágrimas
para que bebas de ellas al dormirte
sabiendo que estuve ahí antes de irme.
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miércoles, 10 de febrero de 2010
Cadáver
Me senté a esperar a ver que llegaba primero:
algún rayo de sol
el viejo tren del centro
un par de huellas.
Y aquí esperando me cayó la primavera.
No me cautivaron más sus flores
ni sus prisas
ni sus olores
ni las putas dudas de esta vida ligera.
Seguiré esperando a ver si encuentras mi cadáver en tu cartera.
miércoles, 6 de enero de 2010
Laberinto
Soñé distinto
Un laberinto
Y viéndole a los ojos
entendí que ya había estado allí en otro tiempo
Despierto helado
Hipnotizado
Perseguido por la sombra
Fui tramando convertirme en amuleto de sus ritos
Es tan leve, esa señal,
leve, como el pulsar
De esos labios pálidos que hacen soñar
Irreal
Placer del mundo
Voyage sin rumbo
Fui perdiendo el pudor
En un viaje azul entre escombros y atómicas estrellas
Fin del camino
Un laberinto
Hoy al mundo cierto
le hemos arrancado un suspiro de ese efímero momento
Es tan leve, esa señal,
leve, como la sal
De esos dedos largos que hagan soñar
Irreal
Un laberinto
Irreal
Un laberinto
Y viéndole a los ojos
entendí que ya había estado allí en otro tiempo
Despierto helado
Hipnotizado
Perseguido por la sombra
Fui tramando convertirme en amuleto de sus ritos
Es tan leve, esa señal,
leve, como el pulsar
De esos labios pálidos que hacen soñar
Irreal
Placer del mundo
Voyage sin rumbo
Fui perdiendo el pudor
En un viaje azul entre escombros y atómicas estrellas
Fin del camino
Un laberinto
Hoy al mundo cierto
le hemos arrancado un suspiro de ese efímero momento
Es tan leve, esa señal,
leve, como la sal
De esos dedos largos que hagan soñar
Irreal
Un laberinto
Irreal
martes, 25 de noviembre de 2008
Yo
Podría romper el silencio y lanzarme al sendero de tu vanidad,
mas prefiero ser reflejo en tus ojos o
sombra tenue que tremola sobre ti.
¿Qué piensas ahora?
No es el mar que tanto ansias;
ni la blanca espuma que rodea tus andares.
No el canto de un despistado tordillo;
ni la tenacidad del, a veces, injusto tiempo.
Soy yo.
He vuelto para abrirme paso en tu incertidumbre y
dejar mis huellas sobre las tuyas.
Para buscar la trascendencia.
Veo titilar mil perlas negras.
Es noche cerrada, pero puedo verlas.
Me inclino bajo tu estropeado manto y
veo mis estropeadas ropas.
No es suficiente creer en el sino;
ni que caigamos en viejos vicios.
No partiré a pregonar tus temores,
pues ya tengo bastante con los míos.
Permíteme ser como los demás.
Dejaré mis huellas donde puedas verlas.
Acabaré con nuestros orgullos.
Vestiré de negro y me sentaré a esperar.
mas prefiero ser reflejo en tus ojos o
sombra tenue que tremola sobre ti.
¿Qué piensas ahora?
No es el mar que tanto ansias;
ni la blanca espuma que rodea tus andares.
No el canto de un despistado tordillo;
ni la tenacidad del, a veces, injusto tiempo.
Soy yo.
He vuelto para abrirme paso en tu incertidumbre y
dejar mis huellas sobre las tuyas.
Para buscar la trascendencia.
Veo titilar mil perlas negras.
Es noche cerrada, pero puedo verlas.
Me inclino bajo tu estropeado manto y
veo mis estropeadas ropas.
No es suficiente creer en el sino;
ni que caigamos en viejos vicios.
No partiré a pregonar tus temores,
pues ya tengo bastante con los míos.
Permíteme ser como los demás.
Dejaré mis huellas donde puedas verlas.
Acabaré con nuestros orgullos.
Vestiré de negro y me sentaré a esperar.
domingo, 14 de septiembre de 2008
Amapola
Llevas el color del nacimiento del mundo prendido en la solapa,
y yo, tan efímero y humano, me inclino ante tu entereza.
Hoy me encuentras algo frágil y con el alma afligida,
permite que me enrede en tus brazos y me arrulle con tu aroma.
Dame bella princesa, algo de tu embriagante veneno,
deja que se adormile mi alma de pensamientos y sueños,
Cuando despierte complacido, me recibirá el desfalleciente mundo,
y yo te buscaré, perdido de amor, Amapola mía.
y yo, tan efímero y humano, me inclino ante tu entereza.
Hoy me encuentras algo frágil y con el alma afligida,
permite que me enrede en tus brazos y me arrulle con tu aroma.
Dame bella princesa, algo de tu embriagante veneno,
deja que se adormile mi alma de pensamientos y sueños,
Cuando despierte complacido, me recibirá el desfalleciente mundo,
y yo te buscaré, perdido de amor, Amapola mía.
martes, 9 de septiembre de 2008
Confidencia (hojas caídas)
Noche buscando tu esencia,
bebiéndome a tragos los minutos,
respirando y resoplando.
Se que aún no estas perdida;
que puedo sanar contigo y
lamer tus heridas.
Enciendo un cigarro e intento recordar.
Se que no te has ido.
Solo estás tan confundida como yo,
¿Sabes que sufro y que a nadie le importa?
Tal vez pido demasiado, amor, tal vez ya estemos muertos.
¿Y sino? Algo se podrá arreglar.
O quizás sea mejor que nos quedemos desnudos como al principio,
Sin ropas. Sin carne. Solo alma.
Nos podremos sentar a ver la mañana, bajo el ombú que te ama tanto
o simplemente a contarnos confidencias y a ver caer las hojas.
bebiéndome a tragos los minutos,
respirando y resoplando.
Se que aún no estas perdida;
que puedo sanar contigo y
lamer tus heridas.
Enciendo un cigarro e intento recordar.
Se que no te has ido.
Solo estás tan confundida como yo,
¿Sabes que sufro y que a nadie le importa?
Tal vez pido demasiado, amor, tal vez ya estemos muertos.
¿Y sino? Algo se podrá arreglar.
O quizás sea mejor que nos quedemos desnudos como al principio,
Sin ropas. Sin carne. Solo alma.
Nos podremos sentar a ver la mañana, bajo el ombú que te ama tanto
o simplemente a contarnos confidencias y a ver caer las hojas.
sábado, 6 de septiembre de 2008
Viajar
Sin tomar el tiempo
Sin contar farolas
Sin llamar la atención
El mundo girando
Lenta y plácidamente
Testigo risueño y paciente
El mundo se mueve
La gente vive en tinieblas
Yo solo observo
El aleteo de una libélula
Me abstrae
Creo comprender el porqué estoy viajando
El mundo se esconde
En sus propios laberintos
Yo no lo entiendo.
Sin contar farolas
Sin llamar la atención
El mundo girando
Lenta y plácidamente
Testigo risueño y paciente
El mundo se mueve
La gente vive en tinieblas
Yo solo observo
El aleteo de una libélula
Me abstrae
Creo comprender el porqué estoy viajando
El mundo se esconde
En sus propios laberintos
Yo no lo entiendo.
A Eleonor
Tiempos extraños por los que deambulo,
noches de insomnio oteando el cuarteado cielo
con la sangre seca entre los dedos y el maldito desgano.
Sobre la mesa: lances de feria, mujeres y viajes sin rumbo fijo.
Pienso en sus ojos llenos de amor e inocencia,
en las confidentes estrellas y la luna.
Hace frío.
Cierro los ojos por un momento y veo su rostro.
Inclino la cabeza con cortesía y escribo sobre un trozo de papel:
"La noche era sucedida por el día. Ella esperaba con ansias los primeros rayos de sol, sonriente, siempre sonriente, con esa fragilidad que la hacía aún más bella"
Me duele la tristeza de su mirada.
Quizás sea tiempo.
noches de insomnio oteando el cuarteado cielo
con la sangre seca entre los dedos y el maldito desgano.
Sobre la mesa: lances de feria, mujeres y viajes sin rumbo fijo.
Pienso en sus ojos llenos de amor e inocencia,
en las confidentes estrellas y la luna.
Hace frío.
Cierro los ojos por un momento y veo su rostro.
Inclino la cabeza con cortesía y escribo sobre un trozo de papel:
"La noche era sucedida por el día. Ella esperaba con ansias los primeros rayos de sol, sonriente, siempre sonriente, con esa fragilidad que la hacía aún más bella"
Me duele la tristeza de su mirada.
Quizás sea tiempo.
lunes, 25 de agosto de 2008
Humanos
La arena hería nuestra piel desnuda,
éramos más que piel y carne nueva.
El mar lamía nuestros pies y tu reías.
Fueron días sin palabras.
Yo dormía en tu pecho
y nos despertaban los rizos del viento
Eran días sin relojes, desprovistos de ataduras.
Solo éramos tu, yo y el dios de turno que nos bendecía con su mano franca
A veces rompimos estúpidamente el silencio para decirnos te amo.
Humanos.
éramos más que piel y carne nueva.
El mar lamía nuestros pies y tu reías.
Fueron días sin palabras.
Yo dormía en tu pecho
y nos despertaban los rizos del viento
Eran días sin relojes, desprovistos de ataduras.
Solo éramos tu, yo y el dios de turno que nos bendecía con su mano franca
A veces rompimos estúpidamente el silencio para decirnos te amo.
Humanos.
miércoles, 13 de agosto de 2008
Pinceladas
Descalzo sobre la hierba que adorna la campiña
envuelto en sueños de madreselvas y jazmines
miraba el cielo azul que aquella tarde parecía más azul que nunca.
Sentada frente a mi, bajo un arbusto silvestre, estaba ella.
Nada era comparable en belleza a ese momento
ni los paisajes del durmiente de Figueres,
ni el inocente trazo de los Señores de Altamira
eran trazos, luces y pinceladas precisas.
Ella era la diosa en la tierra.
Tenía la mirada dulce de una niña,
la deliciosa cadencia de reina.
Severa. Inocente. Bella.
Vestida en traje de hojas de árnica y cardencha;
adornada de pétalos de amapola, su corona
Posó sus dedos en mis labios y no pude articular palabra.
Quedé atrapado en su mirada. Me llevó con ella.
envuelto en sueños de madreselvas y jazmines
miraba el cielo azul que aquella tarde parecía más azul que nunca.
Sentada frente a mi, bajo un arbusto silvestre, estaba ella.
Nada era comparable en belleza a ese momento
ni los paisajes del durmiente de Figueres,
ni el inocente trazo de los Señores de Altamira
eran trazos, luces y pinceladas precisas.
Ella era la diosa en la tierra.
Tenía la mirada dulce de una niña,
la deliciosa cadencia de reina.
Severa. Inocente. Bella.
Vestida en traje de hojas de árnica y cardencha;
adornada de pétalos de amapola, su corona
Posó sus dedos en mis labios y no pude articular palabra.
Quedé atrapado en su mirada. Me llevó con ella.
martes, 12 de agosto de 2008
No hay manera (vencido)
Salpicado hasta el cuello por la lluvia
a veces desvariando
a veces en penumbras, confundido
he visto llover tanto y tan seguido.
Impávido. Con el corazón aterido.
Son las sombras que se posan delante de mi
las que me hacen pensar en el vacío
las que me envuelven con su puto frío.
Bajo mis pies: el mismo charco
lágrimas y sangre, mezcladas con barro
lágrimas de tanto llanto amargo
el barro que arrastro del camino.
No hay manera.
No hay manera.
Esta vez he perdido.
Se que el mundo me ha vencido.
a veces desvariando
a veces en penumbras, confundido
he visto llover tanto y tan seguido.
Impávido. Con el corazón aterido.
Son las sombras que se posan delante de mi
las que me hacen pensar en el vacío
las que me envuelven con su puto frío.
Bajo mis pies: el mismo charco
lágrimas y sangre, mezcladas con barro
lágrimas de tanto llanto amargo
el barro que arrastro del camino.
No hay manera.
No hay manera.
Esta vez he perdido.
Se que el mundo me ha vencido.
lunes, 21 de julio de 2008
Elegía entre tus brazos
Llevo tu pelo revuelto sobre mi pecho abierto,
veo tus alas haciendo surcos en el aire,
delineo tu geografía salvaje en mi mente,
y trato de mantener la calma.
Me extiendes tu mano cálida y franca,
no me permites divagar más de lo acordado,
albergas mi pecho con la serenidad del tuyo,
y las heridas, las sanas con tus lágrimas.
El brillo de tu corona ilumina mis ojos,
envuelve nuestra figura en aromas y colores;
celebrando a las serpeantes danzas que acompasan
la rara elegía de nuestro universo.
veo tus alas haciendo surcos en el aire,
delineo tu geografía salvaje en mi mente,
y trato de mantener la calma.
Me extiendes tu mano cálida y franca,
no me permites divagar más de lo acordado,
albergas mi pecho con la serenidad del tuyo,
y las heridas, las sanas con tus lágrimas.
El brillo de tu corona ilumina mis ojos,
envuelve nuestra figura en aromas y colores;
celebrando a las serpeantes danzas que acompasan
la rara elegía de nuestro universo.
lunes, 7 de julio de 2008
Ojos en llamas
Cruzamos miradas.
Me imagino entre sus brazos.
Teniéndola en mi vida.
Sonrisa furtiva.
Pienso en su pecho firme y sus hermosas piernas.
En la no vuelta atrás.
Muerde sus labios.
Me mira con los ojos en llamas y abre la ventana.
Hay tiempo para el juego eterno de las dudas.
Disfruto su pelo suelto.
La gracia de su caminar sereno y fiero.
Su aroma corporal.
El viento sopla.
Quiere arrebatarme la magia.
Cierro la ventana y sonrío.
Me imagino entre sus brazos.
Teniéndola en mi vida.
Sonrisa furtiva.
Pienso en su pecho firme y sus hermosas piernas.
En la no vuelta atrás.
Muerde sus labios.
Me mira con los ojos en llamas y abre la ventana.
Hay tiempo para el juego eterno de las dudas.
Disfruto su pelo suelto.
La gracia de su caminar sereno y fiero.
Su aroma corporal.
El viento sopla.
Quiere arrebatarme la magia.
Cierro la ventana y sonrío.
viernes, 27 de junio de 2008
Instante
Obra
Sus ojos miran la ventana entreabierta,
yacen iluminados por el sol de la mañana.
Vestidas de amaranto, las paredes sirven de marco perfecto.
Amores
Es efímera la vida y hay tanto que decir.
Un ave silba mientras observa.
La luz muerta es difusa.
Suspiro.
Ella mira agónica.
El viento mece las sombras.
Ya no escribas más, Dios.
Déjame amar el momento.
Sus ojos miran la ventana entreabierta,
yacen iluminados por el sol de la mañana.
Vestidas de amaranto, las paredes sirven de marco perfecto.
Amores
Es efímera la vida y hay tanto que decir.
Un ave silba mientras observa.
La luz muerta es difusa.
Suspiro.
Ella mira agónica.
El viento mece las sombras.
Ya no escribas más, Dios.
Déjame amar el momento.
lunes, 9 de junio de 2008
Lluvias, torpezas y amores.
De vuelta a casa miraba las calles, los coches, la gente y uno que otro indigente; todo esto lo hacía mientras recreaba en mi cerebro las conversaciones inconclusas sobre el pertenecer y lo efímero de la vida.
No hallé respuestas. La verdad es que por ahora no las busco; poco me interesan.
Veo la lluvia rebotar en las hojas de los árboles y la tenue luz que ilumina el parque y solo pienso en ti: en los gratos caminos andados y desandados; en las veces que me has besado, en los muchos portales que cruzamos; en las febriles caricias que nos regalábamos; en tu mirada franca; y en todas las palabras de amor que no nos cansaba decirnos al oído.
Con todo esto, pienso nuevamente en las preguntas: si quisiera encontrar respuestas, tendría que empezar por dejar de sentir esa pertenencia que tengo en ti y tendría que aprender a no angustiarme por la ausencia que procede a la muerte.
Y eso es más que imposible.
Aún veo como las gotas caen desde lo alto y humedecen los vidrios de la ventana; a un gato acechando a las palomas; una farola quemada en el medio del parque; y también veo tu mano puesta sobre la mía. Se que es el instante más propicio para decirte algo al oído, pero se que los años me han vuelto torpe y que lo más probable es que eche a perder la belleza del momento. Te miro a los ojos, te sonrío y no encuentro las palabras para decirte te amo.
No hallé respuestas. La verdad es que por ahora no las busco; poco me interesan.
Veo la lluvia rebotar en las hojas de los árboles y la tenue luz que ilumina el parque y solo pienso en ti: en los gratos caminos andados y desandados; en las veces que me has besado, en los muchos portales que cruzamos; en las febriles caricias que nos regalábamos; en tu mirada franca; y en todas las palabras de amor que no nos cansaba decirnos al oído.
Con todo esto, pienso nuevamente en las preguntas: si quisiera encontrar respuestas, tendría que empezar por dejar de sentir esa pertenencia que tengo en ti y tendría que aprender a no angustiarme por la ausencia que procede a la muerte.
Y eso es más que imposible.
Aún veo como las gotas caen desde lo alto y humedecen los vidrios de la ventana; a un gato acechando a las palomas; una farola quemada en el medio del parque; y también veo tu mano puesta sobre la mía. Se que es el instante más propicio para decirte algo al oído, pero se que los años me han vuelto torpe y que lo más probable es que eche a perder la belleza del momento. Te miro a los ojos, te sonrío y no encuentro las palabras para decirte te amo.
jueves, 5 de junio de 2008
Teorema
Luz derramada sobre tu cuerpo desnudo.
Luz y sombras sobre tus hombros.
Luz sobre tus muslos.
Luz en tus labios y bordeando tu sonrisa.
Luz sobre tu brazo pálido y el otro en sombras.
Luz en tu cuello, tus rodillas y tu vientre.
Luz que desnuda sombras en tu cuerpo.
Luz que ilumina tu sexo.
Luz con la que flagran tus pezones erguidos.
Luz que se detiene en tu ombligo y vuelve a recorrerte.
Luz que entra y sale de tu boca.
Luz en la que habitas cuando las sombras se esconden.
Luz de la que he bebido antes de perderme.
Luz que ha iluminado mis ratos decadentes.
Luz de estío.
Luz de invierno.
Luz, brillo y reflejos; que dan matices a tu alma.
Luz en tu cabello.
Luz a la que siempre vuelvo: ciego, roto y herido.
Luz que me devuelve el suspiro.
Luz de la poesía eterna.
Luz que hizo a Dalí en Gala.
Luz de mis ojos devorando tus entrañas.
Luz y sombras sobre tus hombros.
Luz sobre tus muslos.
Luz en tus labios y bordeando tu sonrisa.
Luz sobre tu brazo pálido y el otro en sombras.
Luz en tu cuello, tus rodillas y tu vientre.
Luz que desnuda sombras en tu cuerpo.
Luz que ilumina tu sexo.
Luz con la que flagran tus pezones erguidos.
Luz que se detiene en tu ombligo y vuelve a recorrerte.
Luz que entra y sale de tu boca.
Luz en la que habitas cuando las sombras se esconden.
Luz de la que he bebido antes de perderme.
Luz que ha iluminado mis ratos decadentes.
Luz de estío.
Luz de invierno.
Luz, brillo y reflejos; que dan matices a tu alma.
Luz en tu cabello.
Luz a la que siempre vuelvo: ciego, roto y herido.
Luz que me devuelve el suspiro.
Luz de la poesía eterna.
Luz que hizo a Dalí en Gala.
Luz de mis ojos devorando tus entrañas.
miércoles, 21 de mayo de 2008
La partida
Se levantó una polvareda ante nosotros y creímos que era algo normal, cosa de todos los días. Me cubrí el rostro con ambas manos y esperé a que la ventisca termine de interrumpir nuestra conversación, pero el polvoriento viento demoró buen rato en dejarnos en paz.
Ángela se terminó por aburrir y partió para casa; lo mismo hicieron Felipe y Cristina.
Solo quedamos Carola y yo: sentados en la banqueta del parque, chinos de risa, y sobándonos los ojos.
Carola es la única mujer que me tiene paciencia y que me dirige la misma mirada febril, desde que la conocí.
Fumamos un cigarrillo a medias y empezamos a torturarnos el cerebro con fantasía, literatura y obras de arte; ella decía: "qué difícil es entender a Dali" y yo le respondía: "más difícil es pintar cómo él".
Es muy extraño. Ella sabe que la amo y yo se que ella me ama, pero por esas estupideces de la vida, orgullos infantiles y temores, que ni siquiera entendemos; ninguno se anima a dar un paso adelante. Nos hemos besado demasiadas veces y hemos dormido juntos otras tantas, pero no hablamos de eso. Ella se casará en junio, yo la acompañaré a la iglesia, y luego a lo mío: acabaré una pintura en la que no logro darle el matiz, que me place, al mar; terminaré de empacar las pocas cosas que me quedan; y me sentaré a esperar, acompañado por el puto invierno, los tres malditos meses que faltan para largarme a Helsinki.
Hacía mucho frío y decidimos dar una última vuelta al parque. Encendimos otro cigarrillo - ella cubrió mis manos con las suyas para que el último fósforo no se apague - cortamos unas ramitas de jazmín, y caminamos en silencio, cogidos de la mano.
Llegamos a la puerta de su casa y aunque me opuse a principio, terminé por ingresar a la sala. Carola me abrazó y lloró en mi hombro, durante diez largos minutos; luego me besó y entre balbuceos alcanzó a decir: te amo.
Las cosas que a uno se le ocurren en esos momentos de estrés: pensaba que en Helsinki nadie nos encontraría y que nos las podíamos arreglar en esa lejana ciudad. Carola me conocía demasiado y adivinó mis pensamientos, y se rió conmigo; entre mis brazos.
Vamos - le dije - ayúdame con la pintura y larguémonos de aquí.
Ángela se terminó por aburrir y partió para casa; lo mismo hicieron Felipe y Cristina.
Solo quedamos Carola y yo: sentados en la banqueta del parque, chinos de risa, y sobándonos los ojos.
Carola es la única mujer que me tiene paciencia y que me dirige la misma mirada febril, desde que la conocí.
Fumamos un cigarrillo a medias y empezamos a torturarnos el cerebro con fantasía, literatura y obras de arte; ella decía: "qué difícil es entender a Dali" y yo le respondía: "más difícil es pintar cómo él".
Es muy extraño. Ella sabe que la amo y yo se que ella me ama, pero por esas estupideces de la vida, orgullos infantiles y temores, que ni siquiera entendemos; ninguno se anima a dar un paso adelante. Nos hemos besado demasiadas veces y hemos dormido juntos otras tantas, pero no hablamos de eso. Ella se casará en junio, yo la acompañaré a la iglesia, y luego a lo mío: acabaré una pintura en la que no logro darle el matiz, que me place, al mar; terminaré de empacar las pocas cosas que me quedan; y me sentaré a esperar, acompañado por el puto invierno, los tres malditos meses que faltan para largarme a Helsinki.
Hacía mucho frío y decidimos dar una última vuelta al parque. Encendimos otro cigarrillo - ella cubrió mis manos con las suyas para que el último fósforo no se apague - cortamos unas ramitas de jazmín, y caminamos en silencio, cogidos de la mano.
Llegamos a la puerta de su casa y aunque me opuse a principio, terminé por ingresar a la sala. Carola me abrazó y lloró en mi hombro, durante diez largos minutos; luego me besó y entre balbuceos alcanzó a decir: te amo.
Las cosas que a uno se le ocurren en esos momentos de estrés: pensaba que en Helsinki nadie nos encontraría y que nos las podíamos arreglar en esa lejana ciudad. Carola me conocía demasiado y adivinó mis pensamientos, y se rió conmigo; entre mis brazos.
Vamos - le dije - ayúdame con la pintura y larguémonos de aquí.
viernes, 2 de mayo de 2008
¿Y los demás? ¿se habrán muerto?
Estamos aquí, frente al valle que me vio nacer, crecer y perder; todo el encanto de la vida.
¿Ves que nada a cambiado?
Todo está en su lugar: las mismas farolas, los mismos viejos y hasta el viejo árbol donde meábamos cuando éramos niños.
Las calles no han cambiado nada. El olor a tierra seca, las veredas rotas y el mismo vidrio agujereado por un perdigón.
¿Sabes qué ha cambiado?
Nada.
Seguimos siendo los mismos niños estúpidos.
Usamos las mismas frases.
Nos ufanamos de las mismas cosas.
Lloramos por las mismas mujeres.
Aún recuerdo el olor de su perfume, pero ya no me interesa.
Aún conservo sus cartas y una foto en color. ¡Qué estúpida la veo ahora!
Lo que si recuerdo con aprecio, fue el día en que se fue y sin despedirse.
La lloré un par de noches...no, esto es mentira, esto es retórica.
¿Quién puede echar una lágrima por una mujer a quien nunca amó?
Y de nuevo aquí, pateando lo pateado.
Abro con cautela una pequeña caja de recuerdos (y es pequeña porque ya me deshice de enormes cantidades de cursilerías).
No hay fotos mías. No hay fotos tuyas.
Un boleto de micro. Unas entradas del zoológico.
Y un trozo de muro; del que tumbaron.
Enciendo una pipa. Que agradable sabor.
Regreso a la vida, vuelvo a ti, con el mismo desencanto por la vida.
Reviso mis recuerdos: Tu y yo paseando en la bici; tu y yo pensando que era imposible; tu y yo cagándonos de risa; tu y yo en la playa; tu y yo haciendo el amor; tu y yo; tu y yo; y diez mil túes y yoes, más.
Valió la pena ¿verdad?
Yo no me arrepiento de nada.
El valle ya no es cálido, como nunca lo fue la vida.
Las cosas nunca cambiaron, solo se integraron.
Los recuerdos no los conservé por algo en especial: solo los almacené para luego echarlos.
No nos queda nada. No nos trajimos nada
Pasamos, volvimos, crecimos y nos integramos.
Es como una puta película, proyectada en negro y blanco.
¿Viste mujer?
Canas y más canas.
Se nos pasa la vida y no desistimos.
Peleamos por lo mismo, pero cada uno a su manera.
Mientras quede alma dentro del cuerpo, así será.
¿Y los demás? ¿se habrán muerto?
¿Ves que nada a cambiado?
Todo está en su lugar: las mismas farolas, los mismos viejos y hasta el viejo árbol donde meábamos cuando éramos niños.
Las calles no han cambiado nada. El olor a tierra seca, las veredas rotas y el mismo vidrio agujereado por un perdigón.
¿Sabes qué ha cambiado?
Nada.
Seguimos siendo los mismos niños estúpidos.
Usamos las mismas frases.
Nos ufanamos de las mismas cosas.
Lloramos por las mismas mujeres.
Aún recuerdo el olor de su perfume, pero ya no me interesa.
Aún conservo sus cartas y una foto en color. ¡Qué estúpida la veo ahora!
Lo que si recuerdo con aprecio, fue el día en que se fue y sin despedirse.
La lloré un par de noches...no, esto es mentira, esto es retórica.
¿Quién puede echar una lágrima por una mujer a quien nunca amó?
Y de nuevo aquí, pateando lo pateado.
Abro con cautela una pequeña caja de recuerdos (y es pequeña porque ya me deshice de enormes cantidades de cursilerías).
No hay fotos mías. No hay fotos tuyas.
Un boleto de micro. Unas entradas del zoológico.
Y un trozo de muro; del que tumbaron.
Enciendo una pipa. Que agradable sabor.
Regreso a la vida, vuelvo a ti, con el mismo desencanto por la vida.
Reviso mis recuerdos: Tu y yo paseando en la bici; tu y yo pensando que era imposible; tu y yo cagándonos de risa; tu y yo en la playa; tu y yo haciendo el amor; tu y yo; tu y yo; y diez mil túes y yoes, más.
Valió la pena ¿verdad?
Yo no me arrepiento de nada.
El valle ya no es cálido, como nunca lo fue la vida.
Las cosas nunca cambiaron, solo se integraron.
Los recuerdos no los conservé por algo en especial: solo los almacené para luego echarlos.
No nos queda nada. No nos trajimos nada
Pasamos, volvimos, crecimos y nos integramos.
Es como una puta película, proyectada en negro y blanco.
¿Viste mujer?
Canas y más canas.
Se nos pasa la vida y no desistimos.
Peleamos por lo mismo, pero cada uno a su manera.
Mientras quede alma dentro del cuerpo, así será.
¿Y los demás? ¿se habrán muerto?
miércoles, 9 de abril de 2008
Era ella
Era ella, de piel morena, siempre oliendo a helecho, alhelí y azahar; de mirada radiante y amable entrecejo. Así era ella. Así, al menos, la recuerdan mis labios y mi cuerpo.
Nunca me cansé de verla sonreír. Nunca me cansé de ver las ondas de su cabello moreno. Siempre ella: tan valiente, severa y generosa. Así era ella. Así, al menos, la recuerda mi pecho y mi alma.
Antes del alba; durante el estío; en los diluvios de enero; allí estaba ella, para ver mi incierto paso y reír conmigo. Y durante mis noches agónicas de alegría, era ella, quien de verbo menguaba mi desconsuelo.
Fuimos maraña de sarmiento y madreselva; y nos volvimos ascua en la hoguera de nuestros cuerpos. Mis labios volvieron tantas veces a su pecho; como mis sedientos ojos, a su mirada.
Era ella: giralda de mis días y dríada de mis noches.
Muchas veces mis labios intentaron decirle que la amaba, pero solo musitaron torpeza. Y Malva, perfecta como era, solo reía y yo con ella.
Nunca me cansé de verla sonreír. Nunca me cansé de ver las ondas de su cabello moreno. Siempre ella: tan valiente, severa y generosa. Así era ella. Así, al menos, la recuerda mi pecho y mi alma.
Antes del alba; durante el estío; en los diluvios de enero; allí estaba ella, para ver mi incierto paso y reír conmigo. Y durante mis noches agónicas de alegría, era ella, quien de verbo menguaba mi desconsuelo.
Fuimos maraña de sarmiento y madreselva; y nos volvimos ascua en la hoguera de nuestros cuerpos. Mis labios volvieron tantas veces a su pecho; como mis sedientos ojos, a su mirada.
Era ella: giralda de mis días y dríada de mis noches.
Muchas veces mis labios intentaron decirle que la amaba, pero solo musitaron torpeza. Y Malva, perfecta como era, solo reía y yo con ella.
viernes, 7 de marzo de 2008
Huellas
Allí están sus huellas.
Entre nenúfares y cielo.
Está la miel de sus piernas,
Y el amargo adiós de sus labios.
En tiempos de duendes, hadas y doncellas,
cabalgamos juntos a través de tierra yerma,
y encontramos el recodo a un valle
plagado de rocío y madreselvas,
Qué dolor me causa el recuerdo de tu piel morena,
¿Hace cuánto, eh, pequeña?
miro mis manos sedientas y
reconozco el olor de tu cuerpo en cada una de ellas.
No alcancé a decir palabra.
Nunca me dio tregua.
Su amor y su pena aún flotan en el aire
y tiñen mi inocencia.
Doy mil vueltas. No doy con ella,
Está aquí, de eso no tengo duda,
Huelo su perfume de miel, flores y ciruelas,
Doy mil vueltas. Veo en mí sus huellas.
Entre nenúfares y cielo.
Está la miel de sus piernas,
Y el amargo adiós de sus labios.
En tiempos de duendes, hadas y doncellas,
cabalgamos juntos a través de tierra yerma,
y encontramos el recodo a un valle
plagado de rocío y madreselvas,
Qué dolor me causa el recuerdo de tu piel morena,
¿Hace cuánto, eh, pequeña?
miro mis manos sedientas y
reconozco el olor de tu cuerpo en cada una de ellas.
No alcancé a decir palabra.
Nunca me dio tregua.
Su amor y su pena aún flotan en el aire
y tiñen mi inocencia.
Doy mil vueltas. No doy con ella,
Está aquí, de eso no tengo duda,
Huelo su perfume de miel, flores y ciruelas,
Doy mil vueltas. Veo en mí sus huellas.
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