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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Nada ha cambiado

Devaneo con el alma a rastras por las calles de Lima:
por las mismas aceras y las mismas esquinas
están las mismas vilezas, las mismas burlas mezquinas
hago el mismo cansado recorrido de aquellos - ahora lejanos - días.

Miró con recelo la puerta de la que fue tu casa
cuento los pasos que me llevan a la avenida
Nada ha cambiado. Tan solo ya no estamos
ni tu del otro lado ni yo esperándote en la vereda.

Los ecos que devuelve la calle me parecen tan familiares
algunos volvieron cargados de vívidas imágenes
y ese último me llegó con tu aroma corporal
que maldita sea, nunca pude olvidar.

Arañé tu puerta más que por placer, por no dejar
y seguí el angustioso recorrido por esta nueva ciudad
entre el delirio de sentirme ahora, por unos instantes, solo
y con la puta idea de no saber qué quiero encontrar.

martes, 12 de mayo de 2009

Ciudad Enferma

Ciudad enferma
Entrevero de taras y manías
Envuelta en grisáceas sedas
Refugio de piratas y rameras.


Ciudad endiablada
Hogar de Virgilio
Deambulada por cuerpos y ya no vida
Extraña y alegórica ciudad en trance.

Ciudad en coma
Intentas envenenar mi alma para llevártela contigo
Intentarás tragarme con tus fauces devoradoras
Ciudad exánime. No te mueras nunca.


Ciudad agónica
Ciudad enferma
Coleccionista de vilezas y gente estúpida
Ciudad de mierda.

martes, 11 de noviembre de 2008

Lima

Lima. Desnuda, presente, dispuesta.
Como tantas otras veces.
Con el sol acariciando su frágil piel y
sombreando, de a pocos, sus calles;
con la inagotable pasión del artista certero,
que con pinceladas lastimeras,
arranca profundos matices a tu evolutivo lienzo.

Lima. La tantas veces entristecida Lima.
No es la plaza o la calle lo que de ti adoro,
sino esa forma de regalarme tu inmensa soledad;
de permitirme trascender en la trama de tus carnes
con mi efímera y estúpida historia individual;
de ser sangre y agua de tu costado
y de negarte, tres veces o más.

Amanece Lima.
Con un adormilado cóndor sobrevolando tus linderos,
oteando curioso por la rendija de alguna ventana,
mintiéndose a sí mismo sobre su fabulosa importancia.
Con una obcecada masa que va y viene
sin darse cuenta que la vida es un hálito.
Amanece ya. Lima. Vuelve a despertar.