¿Podemos permanecer así hasta que el mundo se acabe? - pregunté
Ella sonrió, besó mis labios y siguió durmiendo.
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lunes, 15 de septiembre de 2008
martes, 12 de agosto de 2008
Caminando
El mundo se abría ante nuestros ojos y aún éramos inocentes.
Hicimos un nudo con nuestras manos y seguimos andando.
Hicimos un nudo con nuestras manos y seguimos andando.
miércoles, 16 de julio de 2008
¿Qué hago entonces?
Ella me observó a través de la ventana, durante unos segundos.
¿Qué hago entonces? - le dije
Puedes empezar por olvidarme - concluyó.
¿Qué hago entonces? - le dije
Puedes empezar por olvidarme - concluyó.
miércoles, 18 de junio de 2008
domingo, 8 de junio de 2008
Epílogo frustrado
Huellas borradas por una noche sin forma,
o por las formas sin nombre de un amanecer cautivo.
Huellas borradas por tu angustiante y pálida espalda;
y de pálidas mañanas enredado entre tus piernas.
Huellas borradas en la noche, mientras oteaba en la bruma,
o remando y oteando hacia tus costas, envuelto por ella.
Huellas borradas de una vida de tabaco, bares y poemas,
y poemas escritos sobre ti, sobre ti y sobre ti.
o por las formas sin nombre de un amanecer cautivo.
Huellas borradas por tu angustiante y pálida espalda;
y de pálidas mañanas enredado entre tus piernas.
Huellas borradas en la noche, mientras oteaba en la bruma,
o remando y oteando hacia tus costas, envuelto por ella.
Huellas borradas de una vida de tabaco, bares y poemas,
y poemas escritos sobre ti, sobre ti y sobre ti.
jueves, 15 de mayo de 2008
Ellos
Vestía suéter rosa y minifalda, pero entre mis brazos la sentía desnuda y eterna.
Sus ojos brillaban frente a los míos; sus labios temblaban suplicando un beso; su cuello era suave como la seda y dulce como la miel; y llevaba impregnada en su cuerpo la más rara y embriagante fragancia que he olido. ¡Cómo la amaba! ¡Cómo la amo!
Llevaba un bluejean y una camisa a cuadros y abrazándola me sentía pequeño.
Mis ojos miraban su alma; mis labios temblaban con los suyos; mis labios bebían de su cuello; y yo me perdía entre sus olores y sabores. ¡Cómo nos amábamos! ¡Cómo nos amamos!
Vestíamos solamente nuestros cuerpos: delgados, sinceros e inocentes.
La música de la naturaleza absorbía el bullicio de la ciudad y entonaba cálidas melodías; el sol sonreía confidente; el viento ululaba baladas plagadas de rocío; nosotros pintábamos con la intensidad de nuestros amores, los días bendecidos por el dios de los hombres.
Sus ojos brillaban frente a los míos; sus labios temblaban suplicando un beso; su cuello era suave como la seda y dulce como la miel; y llevaba impregnada en su cuerpo la más rara y embriagante fragancia que he olido. ¡Cómo la amaba! ¡Cómo la amo!
Llevaba un bluejean y una camisa a cuadros y abrazándola me sentía pequeño.
Mis ojos miraban su alma; mis labios temblaban con los suyos; mis labios bebían de su cuello; y yo me perdía entre sus olores y sabores. ¡Cómo nos amábamos! ¡Cómo nos amamos!
Vestíamos solamente nuestros cuerpos: delgados, sinceros e inocentes.
La música de la naturaleza absorbía el bullicio de la ciudad y entonaba cálidas melodías; el sol sonreía confidente; el viento ululaba baladas plagadas de rocío; nosotros pintábamos con la intensidad de nuestros amores, los días bendecidos por el dios de los hombres.
lunes, 12 de mayo de 2008
Previo al epílogo
Limpié mis gafas, acomodé mi cabello y la miré.
Apretó su cuerpo al mio. Su pecho latía más rápido que nunca.
Deslicé mis dedos por su cuello. Ella intentó besar mis labios y no la dejé.
Acaricié sus blancas y largas manos.
Sequé sus lágrimas y me fui.
Apretó su cuerpo al mio. Su pecho latía más rápido que nunca.
Deslicé mis dedos por su cuello. Ella intentó besar mis labios y no la dejé.
Acaricié sus blancas y largas manos.
Sequé sus lágrimas y me fui.
miércoles, 23 de abril de 2008
Epílogo (tercera parte)
La miré a los ojos con recelo y le dije: "Creo que nos va a faltar vida para terminar de amarnos".
Ella no respondió, siguió mirando el amanecer, pero su respiración, ahora, era profunda.
Ella no respondió, siguió mirando el amanecer, pero su respiración, ahora, era profunda.
Epílogo (segunda parte)
Una flor arrancada de tallo.
Pero no cualquier flor, sino mí flor.
Esa era ella, la dueña de mis pensamientos.
No me cansaba de ver su pecho, mientras oía su voz.
Nunca me cansé de ver el brillo de mis ojos, en los suyos.
Era mi flor - y sí que lo era.
Yo la había escogido en un campo de flores,
y aunque ella se creía liebre entre liebres,
para mi era la más bella.
Pero no cualquier flor, sino mí flor.
Esa era ella, la dueña de mis pensamientos.
No me cansaba de ver su pecho, mientras oía su voz.
Nunca me cansé de ver el brillo de mis ojos, en los suyos.
Era mi flor - y sí que lo era.
Yo la había escogido en un campo de flores,
y aunque ella se creía liebre entre liebres,
para mi era la más bella.
jueves, 20 de marzo de 2008
Epílogo (primera parte)
- Soltando mi mano, ella sonrió y dijo: ¿Sabes que cada acto tiene una consecuencia?
- Entonces magna deberá ser la consecuencia de haberme enamorado de tí - respondí yo, mientras buscaba su mirada.
- Entonces magna deberá ser la consecuencia de haberme enamorado de tí - respondí yo, mientras buscaba su mirada.
martes, 29 de enero de 2008
VERA
"Perdido en las sombras previas al ocaso,
busque el brillo en la luz de tus ojos.
¿Y qué encontré?
Solo pasado, lágrimas y un cúmulo de tristezas.
Volteé aterrado buscando otro candil,
pero la noche ya había llegado"
busque el brillo en la luz de tus ojos.
¿Y qué encontré?
Solo pasado, lágrimas y un cúmulo de tristezas.
Volteé aterrado buscando otro candil,
pero la noche ya había llegado"
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